Como una máquina o un motor, para funcionar correctamente el organismo necesita combustible, una fuente de energía, esta fuente de energía es la glucosa o azúcar, la cual llega al organismo a través de los alimentos y es procesada por una hormona secretada por el páncreas denominada insulina. Pero si el páncreas no produce insulina, o si el organismo no usa la insulina en forma adecuada, la glucosa permanece en la sangre, sin utilizar; con el tiempo, la acumulación de glucosa o azúcar en la sangre puede producir serios daños a diferentes órganos, como los ojos, los nervios o los riñones, puede provocar enfermedades cardiovasculares, derrames cerebrales, e incluso la necesidad de remover quirúrgicamente algún miembro. Esta enfermedad es la diabetes, así se le clasifica y denomina.
Por razones aún no determinadas, en algunos casos el embarazo induce la diabetes en mujeres que no sufrían esta enfermedad previamente, en estos casos se cree que las hormonas del embarazo reducen la capacidad que tiene el cuerpo de utilizar y responder a la acción de la insulina; se habla entonces de diabetes gestacional, la cual afecta a un promedio de 10 a 20% de las mujeres embarazadas, y entre sus consecuencias destaca un aumento en el riesgo de preeclampsia y depresión para la madre, así como que el alumbramiento deba realizarse a través de cesárea. Para el niño existe el riesgo de muerte fetal; en los nacimientos vivos se registra un desproporcionado incremento en el peso del bebé, así como un aumento del riesgo de que éste llegue a desarrollar obesidad y/o diabetes tipo 2 al llegar a la edad adulta.
Esta descripción y explicación ha sido confirmada recientemente por las resultas obtenidas en un estudio internacional de seguimiento de conclusiones o resultados de hiperglucemia y embarazo adverso (HAPO FUS), el cual fue llevado a cabo por Northwestern Medicine y publicado por la revista Diabetes Care este 17 de enero; en este estudio de gran alcance se evaluaron 4.160 niños de entre diez y catorce años, hijos de madres que sufrieron diabetes gestacional a las 28 semanas del embarazo, y los cuales fueron sometidos a una prueba oral de tolerancia a la glucosa.
Dicha información se comparte dentro del eje de actividades de divulgación preventiva en salud llevadas a cabo por la organización y fundación Torres-Picón, con el propósito de colaborar con su difusión.
Según expresó Boyd Metzger, profesor emérito de medicina de la Escuela de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern y principal responsable de esta investigación: “Nuestro estudio muestra que independientemente del peso de una madre o la predisposición genética a la diabetes, el nivel de azúcar en la sangre de una mamá durante el embarazo aumenta de manera independiente el riesgo de obesidad y de intolerancia a la glucosa en su hijo”.
Precisó el experto que “el metabolismo de la glucosa de la madre durante su embarazo afecta el metabolismo de la glucosa de su hijo. El hecho de que estas condiciones en el niño a los once años de edad estén relacionadas con el nivel de glucosa de la madre en su embarazo es una razón adicional por la que se debe identificar y tratar oportunamente la diabetes gestacional”.
Por su parte, Pedro Torres Ciliberto, desde la organización y fundación Torres-Picón, enfocada en la prevención informativa del problema, así como en la promoción del arte, la cultura y la educación como medios para la superación personal y el desarrollo, dijo que “hacemos un exhorto más para que cuidemos la salud y para que especialmente no desmayemos en la tarea de apoyar o impulsar medidas preventivas de la obesidad y el sobrepeso. Nuestros niños y jóvenes pueden librarse, salvarse, de esta amenaza a la salud pública que con carácter de epidemia global se ha esparcido”.
GF/EDC