La llamada revolución bolivariana que irrumpió como un tsunami en 1999 y acabó con el viejo sistema político venezolano, ha comenzado a desmoronarse, luego de la muerte de su "comandante" y fundador, Hugo Chávez, y solo 20 años después, pese a que el discurso oficial auguraba un mandato eterno.
El chavismo, como se conoce en Venezuela al movimiento que intentó asaltar el poder por las armas en 1992 y luego lo obtuvo con votos seis años después, ha pasado del embriago a la resaca, con numerosas deserciones, acusaciones de traición y cada vez menor poder de convocatoria en medio de la acuciante crisis que sacude al país desde el último lustro.
Ya no presumen los herederos de Chávez de "unidad monolítica": desertores y expulsados abrieron tienda aparte y le critican con fiereza en cualquier espacio que encuentren, mientras que el pueblo llano abandona el movimiento en medio del descontento generalizado.
Las causas son variadas, pero la pésima gestión que destruyó la ilusión del progreso amparado en la bonanza petrolera en la historia del país es la principal.
Especialmente durante el Gobierno de Nicolás Maduro, quien además ha tenido que hacer frente a la caída de los precios petroleros y el desplome de la producción de la principal empresa del país, Pdvsa.
"Es sencillo, lo hizo mal", dijo a Efe el disidente chavista Nicmer Evans, hoy aliado de la oposición, sobre la gestión del gobernante Nicolás Maduro, un exsindicalista de 56 años que gobierna desde 2013 y hace frente el desconocimiento de buena parte de la comunidad internacional.
Bajo su mandato, la economía venezolana se contrajo más del 50 %, de acuerdo a cifras del Parlamento, pulverizando la esperanza de movilidad social que engrosaba de entusiastas adeptos las filas del chavismo.
Evans también señaló la falta de carisma de Maduro, en contraste con el poder que ejercía sobre las masas su mentor, Hugo Chávez, quien gobernó de forma ininterrumpida entre 1999 y 2013 antes morir tras una larga batalla contra el cáncer.
"Si lo hubiese hecho bien con la gente, aún a pesar del caos de la estructura económica y la violación de derechos humanos, si lo hubiese hecho bien con la gente, la gente estuviese defendiéndolo, eso pasó con Hugo Chávez", añadió.
Esa distancia de Maduro con la gente ha venido costándole votos al chavismo: más de 600.000 en 2013, 1.3 millones de simpatías en los últimos comicios de mayo, que ganó el llamado "presidente obrero" en medio de denuncias de ilegalidades y fraude, y que son la fuente de la "ilegalidad" que le endosan los opositores.
Este ha sido el argumento del que se ha valido el Parlamento de mayoría opositora para apoyar al diputado y jefe de la Cámara, Juan Guaidó, que recientemente anunció asumir las competencias del Ejecutivo como presidente interino lo que ha llevado al país a nuevas protestas en las que se le llama a Maduro "usurpador".
Con todo, el chavismo gana las elecciones, y con la holgura de quien está en el tope de las preferencias, triunfos calificados como "fraudes" por la oposición que recuerda que el Poder Electoral está controlado por el oficialismo.
Maduro se impuso en mayo con casi 47 puntos de ventaja sobre su mayor contendor, un exaliado del oficialismo que no terminó de convencer de su nueva militancia a los opositores, y en los comicios de alcaldes y gobernadores el chavismo arrasó.
A este respecto, expertos y opositores citan el ventajismo y el derribo de líderes, con cárcel o inhabilitaciones para ejercer cargos públicos, como atenuantes de los contundentes triunfos chavistas en las urnas, y resaltan la impopularidad de Maduro, que se expresa en su debilitado poder de convocatoria.
Evans también apuntó que si bien el chavismo ganó 24 elecciones y sorteó tentativas para echarlo a tierra como protestas violentas, paros patronales y de trabajadores, el antichavismo colaboró a que aún se mantenga en el poder con estrategias equivocadas cuyos fracasos se podían "anticipar".
Justo ahora, cuando se cumplen 20 años de la primera jura de Hugo Chávez, el movimiento que fundó luce contra las cuerdas por la inmensa presión nacional e internacional que ha llevado al desconocimiento de la legitimidad del nuevo período de Gobierno de seis años de Maduro.
Y en vez de arroparlo, la base del chavismo mira con apatía la crisis que amenaza con dinamitar a la corriente que por dos décadas ha dominado la política venezolana. EFE
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