La posibilidad de concretar un diálogo político directo y de alto nivel en Venezuela es un escenario “ideal” para zanjar la crisis, pero luce escasamente factible dadas las posiciones radicales de dirigentes de los gobiernos en disputa de Nicolás Maduro y Juan Guaidó, según analistas.
Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional instalada hace dos semanas, hizo un guiño a la posibilidad de un diálogo con Guaidó durante una entrevista con la agencia Associated Press, publicada el viernes pasado.
El dirigente oficialista pareció apartarse de los llamados a encarcelar a Guaidó y a sus principales colaboradores por su participación en insurrecciones en contra del presidente en disputa, petición de sanciones y “robo” de activos nacionales, informa la VOA
“Esta nueva Asamblea Nacional está adaptando un enfoque que conduzca al diálogo. Pero si recurres a la amnesia mientras propones un proceso de reconciliación, corres el riesgo de que esos eventos vuelvan a ocurrir”, dijo.
Su pronunciamiento ocurre apenas días después de que la Asamblea Nacional electa en diciembre pasado, -considerada como ilegítima por la Unión Europea y numerosos gobiernos de América como Estados Unidos-, creara una comisión especial para investigar y castigar a los “traidores” de la República.
Guaidó rechazó el fin de semana las iniciativas de diálogo que promueve el Parlamento presidido por Rodríguez, exvicepresidente y exministro de Maduro.
A su juicio, el oficialismo solo busca “ganar tiempo” y recalcó que el dilema en el país es de “democracia contra dictadura, libertad contra opresión”.
Venezuela atraviesa una crisis política de “edad adulta, de más de 18 años ya”, en las que oposición y oficialismo “están negados a ceder” en sus posturas, advierte María Alexandra Semprún, politóloga y docente universitaria.
“El año pasado se repitió una frase que decía ‘todas las cartas están sobre la mesa’. Una de esas cartas podría ser la negociación. Sería lo ideal, pero no le veo camino. Se hace muy difícil”, indica en entrevista con la Voz de América.
Boicot de varios flancos
Rodríguez exigió como condición para un diálogo con Guaidó que el líder opositor pida perdón por sus acciones políticas. Nicmer Evans, sociólogo político, opina que esas demandas reflejan que no existe una auténtica intencionalidad de convocar a un diálogo en el país.
“Cuando haya una convocatoria a un proceso de diálogo donde no se utilicen epítetos ni señalamientos de un lado ni del otro, sino que se abra una franja franca y sincera, de respeto entre las partes, estaremos hablando de una verdadera probabilidad de que suceda”, afirmó en conversación con la VOA.
Califica como un “falso ofrecimiento” y “demagogia” las invitaciones de Rodríguez a un diálogo político, aunque afirma que sí existen sectores de la oposición y del oficialismo con voluntad de generar negociaciones.
“Hay que aprovecharlo sí, además, buscamos la mediación para cosas concretas, como que se nombre un Consejo Nacional Electoral imparcial”, señala.
Semprún, por su parte, observa obstáculos en la vía de un eventual diálogo. Uno de ellos es un sector de la oposición, que categoriza como “radical”, que no cree en negociación alguna, ni está dispuesto a indemnizar a quienes creen culpables de sus pobres condiciones de vida, la corrupción y la persecución política.
Otro factor en contra del diálogo es una fracción madurista que se siente “segura del poder”, que se ha hecho “cada vez más fuerte” a pesar de las presiones, tales como las sanciones económicas de Estados Unidos y Europa, subraya la experta.
Cree que “cabezas visibles” del chavismo, como Diosdado Cabello y el mismo Rodríguez, no están dispuestos a ceder un ápice en una mesa de negociación.
“Tienen mucho poder. No creo que piensen que están sofocados y más en este momento en el que las protestas son mínimas. La oposición también tiene en su desmérito que sus líderes han perdido credibilidad. Cada vez que se habla de que una persona se va a sentar en una mesa, se le califica de vendido”, apunta.
La oposición no debe centrarse de manera intransigente en la exigencia de que Maduro abandone la Presidencia, según Evans, sino en discutir las garantías de elecciones transparentes. Ese asunto podría acercar ambas posturas, estima.
“El ‘chavimadurismo’ no se encuentra acorralado ni presionado. Veo factible un diálogo si la oposición hace lo que debe hacer”, acota el experto.
Esa estrategia tendría que estar acompañada de “demostración de fuerza de calle” y de la incidencia del liderazgo opositor en la suspensión o flexibilización de las sanciones, un punto en el que el madurismo ha mostrado interés, asegura. VOA
YS