Cuando James Story, quien todavía ostenta el cargo de embajador gringo para Venezuela, dice que los EEUU están “dispuestos a evaluar las sanciones siempre y cuando haya cambios irreversibles”, hay dos cosas qué interpretar. La primera es la evidencia reiterada de que la administración Biden utiliza las sanciones de forma distinta a la administración Trump: pasó de la estrategia de “máxima presión” a la del chantaje. La segunda, y la más importante, es que el diálogo no está por comenzar, empezó hace rato y está en pleno desarrollo.
Sobre la primera, Biden no tiene complejos en este sentido y actúa como un secuestrador: te mantengo sometido y te muestro las condiciones para “liberarte”. Trata de modificar la estrategia de Washington sin levantar mucho polvo: tanto James Story como Juan Guaidó fueron puestos por Donald Trump, y Biden ha procurado no moverlos, aunque el plan que les dio sentido a ambos, ese del “gobierno interino” que provocaría un levantamiento militar, haya fracasado dejando ese insólito lastre.
Los demócratas son mucho más pragmáticos y menos ideológicos que los republicanos.
Esto conecta con el segundo punto, que se revela mejor cuando agregamos otras frases dichas por James Story: “Los logros que van llegando los vamos evaluando y vamos pensando cómo hacer cambios en las sanciones”. Se refiere a medidas que ya ha tomado el gobierno de Maduro: entrada del Programa Mundial de Alimentos, casa por cárcel a los de Citgo, nuevo CNE con opositores, reforma de la PNB (que incluye al FAES), entre otras.
Eso de que Guaidó se paró un día queriendo negociar con Maduro lo que dice es que esa negociación ya viene adelantada, más allá de las apariencias. “En secreto ha tenido que ser”, dijo Jorge Rodríguez hace algunas semanas. Cuando Maduro pone condiciones para dialogar con Guaidó no está “pateando la mesa”, lo que hace es plantear su lista de demandas en una negociación ya avanzada. Por eso Guaidó no se quejó de esto y guardó silencio.
Story también dijo: “Levantar las sanciones sin tener compromisos fundamentales sería un error”. Habla de un “error” de su propio gobierno. Envía un mensaje a sus jefes y a nadie más. Teme que “arriba” se tomen decisiones que no le gustan. Lo cual evidencia que tanto él como Guaidó son solo fachadas mediáticas y que la negociación está fuera de sus manos.
“Lo esencial es invisible a los ojos”, decía el Principito.
@angelgonzalezven
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