En fila y separados por un metro de distancia aguardan los fieles devotos del beato José Gregorio Hernández, a las afueras de la Iglesia Nuestra Señora de La Candelaria, cada miércoles y viernes para venerar y pedir por salud y otros favores al Médico de los Pobres en el nuevo santuario donde reposan parte de sus restos mortales.
Dentro del templo ubicado en la plaza La Candelaria de Caracas, un grupo de mujeres que conforman Los Centinelas de José Gregorio Hernández, se preparan para recibir a los visitantes e iniciar el rosario a la Santísima Virgen María.
Todo transcurre en un silencio sacrosanto antes de comenzar con los Misterios Gloriosos a las 9:00 de la mañana. La gente resguardando su salud con distanciamiento, mascarillas, guantes y geles desinfectantes comienzan a organizarse para recibir a las mujeres vestidas de blanco que sonríen del lado interno de las rejas de la iglesia.
“Buenos días, iniciemos con el rosario antes de visitar el templo” indicó una de los centinelas, acto seguido las oraciones viajan entre el aire frío típico de una mañana con cielo nublado en Caracas, y son compartidas con micrófono por los fieles y las encargadas del acto de fe.
Al culminar el rosario, los centinelas se dispersan y se colocan en sitios estratégicos dentro de la iglesia y en la entrada para dar paso a cada visitante. una de ellas recibe a los devotos con gel antibacterial y una estampa del beato con una petición a Dios, que lleve a la persona a imitar las virtudes de Goyo, y al reverso una breve reseña de su vida y favores.
Una vez dentro del templo, por costumbre los creyentes se detienen en la Capilla del Bautisterio, donde el 23 de octubre de 1975 fueron sepultados los restos de Hernández, tras ser exhumados del Cementerio General del Sur. “Algunas personas aún no saben que los restos ahora están en la parte baja del altar, por eso se quedan allí, pero nosotras los guiamos luego”, dijo una de los centinelas.
Continuando el paso por el piso de mármol bendecido en 1956 por Monseñor Francisco Maldonado, unas butacas de madera separan al bautisterio, del nuevo santuario, que está precedido por la imagen de Nuestra Señora de la Candelaria.
Frente al santuario los fieles de pie, otros sentados o arrodillados empiezan a esbozar sus oraciones, plegarias y peticiones desde la calma del silencio o desde el llanto ahogado del sentimiento de esperanza que genera el Venerable en cada persona.
La majestuosidad de la obra arquitectónica del santuario, revelado el pasado 12 de mayo, puede compararse en dimensiones con la obra de José Gregorio en vida y después de su ascenso al cielo. Una fachada dorada como el oro baña ta estructura con forma de iglesia y la Virgen del Carmen a la cabeza, son las primeras impresiones de la vista al observar desde arriba hacia abajo el santuario.
Seguido de la imagen mariana está una estatua que representa al doctor, vestido de traje y debajo de este, en una base de mármol entre blanco y gris, sus restos reposan en un sarcófago rodeado de luz blanca, con los datos de identidad y fechas de nacimiento y muerte.
Piden su milagro a Goyo
Antecedido de los tres escalones que preceden al Santuario, alrededor de las 11:30 de la mañana, Elena Rondón una mujer de 52 años, habitante de Petare, reza con fervor y entre lágrimas a Goyo.
“Él me operó de paperas cuando tenía 13 años, es mi médico de cabecera; a José Gregorio, le pido por la salud de mi hija de 26 años que será operada de un tumor en los ovarios. Estoy segura de que él la operará también y la sanará por completo”, contó.
Pasadas las 4:00 de la tarde, tras la pausa de 12:00 pm a 3:00 pm, otra mujer se acerca al lugar como parte del centenar de personas que han visitado ese día la iglesia, y pide encarecidamente por su propia sanación.
Apoyándose en el brazo derecho de su hija menor y acompañada por sus nietos, Mélida Rosa Velazco de Antímano, una mujer baja de estatura y mirada agotada, perdida y llena de lágrimas pidió al beato que le cure una repentina catarata acontecida hace unos 15 días.
“Le pido un milagro, confío mucho en él. Antes de que esto me sucediera mi vida era normal y soy el sustento de mi familia, pero ahora dependo de mis hijas, por eso quiero recuperarme que José Gregorio me ayude a ver otra vez”, expresó Mélida. Al caer el sol de las 5:00 de la tarde la procesión de personas disminuye, entre esperanza y alegrías, por sentir de cerca la presencia de José Gregorio Hernández. Se despiden del santuario, no sin antes admirar la estatua del médico ubicada en las afueras de la iglesia para hacer una última petición.
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