Los productos de la cigarrera Bigott, perteneciente al grupo British American Tobacco, se venden en tanto en alrededor de 2 dólares, más que el equivalente a un salario mínimo mensual.
Aunque el contrabando no es un fenómeno nuevo en Venezuela, se ha disparado. en
los últimos años en medio de la profunda crisis, con un salario mínimo de menos
de 1 dólar al mes. (AFP)
“¡Barato Ibiza, barato!”,
grita un hombre en Catia, uno de los barrios pobres de Caracas a reventar de
gente, donde comerciantes informales venden cigarrillos que llegan a Venezuela
de contrabando y que, por costar menos, invaden el mercado.
Una cajetilla de Ibiza, el más popular entre las marcas de contrabando, vale un dólar en este país con hiperinflación, siete años de recesión y golpeado por sanciones económicas.
Los productos de la cigarrera Bigott, perteneciente al grupo British American Tobacco, se venden en tanto en alrededor de 2 dólares, más que el equivalente a un salario mínimo mensual.
En Venezuela siempre
ha sido común que los comerciantes ofrezcan cigarros por unidad: abren un
paquete y venden cada uno a unos 5 centavos de dólar en el caso de Ibiza y el
doble en el de Belmont, la marca más popular de Bigott.
“Compro Ibiza por el
precio”, dice Ester Ortiz, de 64 años, en el bulevar de Catia. “Dejé de comprar
las otras marcas porque temía que por el vicio me faltara para comprar una
harina”.
El contrabando se
profundiza por la crisis. “Cuando tienes una población pelando” (sin dinero) el
contrabando a veces es “la única forma” de acceder a un producto, dijo a la AFP
Felipe Capozzolo, presidente de la cámara de comerciantes (Consecomercio),
quien asegura que los comerciantes se han visto afectados por esta práctica que
va de la mano del comercio informal.
Hay ropa, carteras y
zapatos de imitación en el bulevar en Catia e incluso se ofrecen frenillos
dentales decorativos.
Por ley, las
cajetillas de cigarrillos en Venezuela deben advertir de los efectos nocivos
del consumo de tabaco: cáncer, infartos, daños a los fetos. La mayoría de las
cajetillas de contrabando obvian esas advertencias.
El auge del
contrabando ha golpeado al fisco, del que el tabaco es uno de los principales
contribuyentes, según Miguel Benzo, director legal de Bigott, quien señala que
los cigarrillos que vende su firma tienen una carga en impuestos de 73%.
“De una cajetilla de
20 cigarros, 15 cigarrillos se van nada más en impuestos. Quedan cinco
cigarrillos para cubrir costos, ganancias, salarios y beneficios de nuestros
trabajadores”, explicó a la AFP.
De acuerdo con un
estudio financiado por la tabacalera, el consumo de cigarrillos contrabandeados
creció alrededor de 300% desde 2019 y abarca 30% del mercado venezolano. La
cifra escala a 80% en estados fronterizos como Zulia, limítrofe con Colombia.
El consumo de
cigarrillos de contrabando funciona como ejemplo de una economía informal que
es la tónica de la economía en crisis.
Bigott estima que el
Estado deja de percibir 130 millones de dólares al año en impuestos por la
venta informal de este producto perjudicial para la salud.
El ente tributario,
SENIAT, recaudó en 2020 126,8 millones de dólares en impuestos al cigarrillo,
tabaco y otros rubros especiales.
Consultado por la
AFP, el organismo no dio cifras.
Benzo sostiene que
han identificado unas 130 marcas de contrabando.
Para competir con el
contrabando, la tabacalera lanzó al mercado cigarrillos más baratos, pero cerró
uno de los tres turnos de operaciones de su planta en Caracas, dejando a 130
personas sin empleo, y su compra de tabaco, todo de origen venezolano, cayó de
6.000 toneladas en 2017 a 2.000 toneladas en la actualidad.
Una Torre
La venta es todo menos clandestina.
Un chico veinteañero
se instala en el bulevar: saca cartones de cigarrillos de contrabando y
construye una torre para comenzar la faena.
Al lado, otro
vendedor… y a pocos pasos una muchacha hace lo mismo.
Las marcas legales
pierden terreno. No sucede solo en barrios pobres, pues en kioscos de zonas
acomodadas de Caracas conviven las marcas de contrabando con las formales.
Luis Vicente León,
director de la firma Datanálisis, indica que el mercado también es afectado por
“importaciones convencionales” que resultan en productos más baratos que los
elaborados localmente para quien cuenta con dólares para importar, en medio de
una brutal depreciación del bolívar local.
Se puede acceder a
“mercancía barata” en el exterior, complementó Capozzolo.
La AFP contactó, sin
respuesta, al gobierno sobre sus políticas anticontrabando.
En redes sociales,
hay datos aislados de operaciones militares, como una que decomisó en octubre
un millón de cajetillas de contrabando, pero no se divulgan cifras globales.
Según Benzo, la
mercancía llega por tierra desde Colombia, por lanchas rápidas desde Aruba y
Curazao y también en servicios de envíos.