«Los hombres que ordenan y supervisan este espectáculo de la vergüenza, esta trágica farsa, están asustados por la palabra… el poder de la pluma» Ken Saro-Wiwa.
Al final duró 491 días. Probablemente 484 días más de lo que muchos creían posible cuando se enteraron de la detención del diplomático venezolano Alex Saab el 12 de junio de 2020. Alex Saab había especulado a menudo en cavilaciones con su equipo de defensa local que su estancia en Cabo Verde terminaría con un «secuestro». Y así fue.
Pero, ¿por qué ahora, un día antes de las elecciones presidenciales de Cabo Verde? Se rumora que el presidente entrante, José Maria Neves, tras ver desde la barrera los estragos que estaban causando en la reputación de su país el primer ministro Ulisses Correia y el presidente saliente Jorge Fonseca, había confiado a sus ayudantes que, si ganaba las elecciones del domingo, utilizaría su autoridad presidencial para liberar a Alex Saab por motivos humanitarios, dado el importante deterioro de su salud. La noticia llegó a Estados Unidos y a sus partidarios en el gobierno de Ulisses Correia y el resto, como se dice, es historia.
Lo irónico de todo esto es que el presidente José Neves es el mismo hombre que, siendo entonces Primer Ministro, negoció y participó activamente en la redacción del Protocolo del Tribunal de Justicia de la Cedeao de 2005, que amplió el mandato del Tribunal para abarcar los casos de derechos humanos. Sin embargo, tuvo que regresar la víspera de la ceremonia de la firma para atender un asunto urgente en Cabo Verde, por lo que no pudo firmar el Protocolo en el marco de la ceremonia de clausura de la Cumbre de Jefes de Estado de la Cedeao.
La firma, o la no firma en realidad, del Protocolo ha desempeñado un papel muy importante en el proceso judicial al que se enfrentó Alex Saab en Cabo Verde. El 15 de marzo y de nuevo el 24 de junio de este año, el Tribunal de Justicia de la Cedeao dictaminó que el arresto y la detención de Saab eran ilegales, que debía ser puesto en libertad inmediatamente y que se pusiera fin al proceso de extradición al que se enfrentaba. El artículo 11 (2) del Protocolo establece que éste pasa a ser vinculante para todos los Estados miembros [de la Cedeao] una vez que lo firman nueve de los quince miembros. Al final, 14 de los 15 Estados miembros firmaron, siendo Cabo Verde la firma que faltaba.
Se podría pensar que la posición en cuanto al carácter vinculante de las decisiones del Tribunal de Justicia de la Cedeao estaría perfectamente clara. Piénsalo de nuevo y bienvenido a la maravillosa y retorcida lógica del Estado de Cabo Verde bajo el mando de Jorge Fonseca y Ulisses Correia. Cabo Verde, que, a pesar de haber nombrado durante estos años a jueces para el Tribunal de la Cedeao, de haber participado activamente en el proceso de la Cedeao contra Alex Saab, de haber prestado declaración en dos ocasiones ante el Tribunal e incluso de haber solicitado la revisión de las decisiones, afirmó sin embargo que no reconocía la jurisdicción del Tribunal y que las decisiones de éste no eran vinculantes para Cabo Verde, ya que éste no había firmado el Protocolo.
Sólo hacía falta que José Neves se levantara y anunciara lo que entendía en el momento de negociar el Protocolo, lo que entendía del carácter vinculante o no de las decisiones del Tribunal de la Cedeao sobre Cabo Verde, pero en un acto de extrema cobardía se quedó callado. Guardó silencio y puede haber condenado a un hombre inocente a meses de trato cruel e inhumano a manos del sistema penitenciario federal de Estados Unidos.
El gobierno dirigido por Ulisses Correia ha disminuido aún más su prestigio regional y mundial al ignorar las resoluciones del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y de otros cuatro relatores especiales y un grupo de trabajo de las Naciones Unidas. El pueblo de Cabo Verde debe comprender las acciones que se han llevado a cabo en su nombre y que han tenido como resultado el deterioro de la posición de Cabo Verde en la Cedeao, en África y en el mundo. Tanto esfuerzo para tan poco beneficio. Tanta contorsión, ofuscación y medias verdades sólo para que Estados Unidos consiga lo que quiere, pero sin importarle las consecuencias. De las muchas decisiones enrevesadas que Ulisses Correia ha presidido en estos últimos 16 meses, el rechazo de las órdenes del Tribunal de Justicia de la Cedeao y de las recomendaciones del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas son las más sorprendentes. Es inaudito que una nación pequeña, que depende de la voluntad de las naciones más grandes de aceptar las decisiones de los tribunales internacionales y de los organismos multilaterales para que el orden mundial funcione, rechace de la manera despreocupada e irrespetuosa en que Cabo Verde desechó las decisiones del 15 de marzo y del 24 de junio del Tribunal de la Cedeao y los dictámenes del 8 y 16 de junio del Comité de Derechos Humanos. Es inconcebible que Cabo Verde haya adoptado esa postura sin el engatusamiento y el asesoramiento de un poderoso aliado.
Este es sólo un ejemplo de cómo la fachada de Cabo Verde se ha derrumbado y ha sido derribada cuando la conveniencia política ha triunfado sobre el Estado de Derecho. Los últimos 16 meses nos han proporcionado una visión única de los sistemas políticos y sociales de Cabo Verde, ya que han sido puestos a prueba por la pandemia de Covid-19 y, en última instancia, han resultado insuficientes. La inmensa mayoría de los caboverdianos decentes y trabajadores emigrarían si pudieran, y ya son cientos de miles los que se han marchado a Estados Unidos, donde residen más personas de origen caboverdiano que en la propia nación del archipiélago.
Por otro lado, la élite política y social, que cuenta con un par de centenares de personas como máximo, dirige el país como un club de campo de membresía restringida, cuya pertenencia está determinada estrictamente por el linaje. Esta élite tiene todos sus hogares en la antigua potencia colonial de Portugal, muchos tienen casas en la zona de Boston y todos han sido educados en las mejores universidades de Portugal o en las universidades estatales de Nueva Inglaterra y sus alrededores. Hemos visto de cerca sus vanidades, sus inseguridades y su exagerado sentido de la autoestima. Pero más que nada, es la bien establecida y bien documentada Supercarretera de la Cocaína que va de Sudamérica a Europa vía Cabo Verde la que mantiene a esta élite en el estilo al que se ha acostumbrado. Un hecho que obviamente no se le ha escapado a la DEA de los Estados Unidos.
Así pues, al despedirnos de Cabo Verde, ¿qué les depara el futuro a los quinientos cincuenta mil habitantes de la zona? La pandemia del Covid-19 ha devastado la industria turística local hasta el punto de que algunos creen que nunca se recuperará a los niveles anteriores al Covid. Probablemente se trate de una visión demasiado pesimista, ya que el turismo mundial parece recuperarse más rápido de lo que muchos habrían predicho incluso hace tres meses. No obstante, es probable que se revisen los préstamos blandos y las inversiones de la Unión Europea, a la vista del incumplimiento de Cabo Verde de las indicaciones de diversos organismos de las Naciones Unidas. Esto, unido a la probabilidad de que la Cedeao imponga sanciones, afectará gravemente al empleo y a la economía.
La apuesta que ha hecho Ulisses Correia es que cualquier déficit de financiación será cubierto por Estados Unidos a través de su iniciativa de 400 millones de dólares del Nuevo Complejo de Embajadas, anunciada el 4 de julio, con la promesa de que 100 millones de dólares «irán directamente a las empresas locales». Mientras que la extracción de Alex Saab ha sido recibida con admiración mutua y declaraciones enfermizas por parte de Estados Unidos y Cabo Verde, cuánto durará este idilio es objeto de intensa especulación. Estados Unidos tiene un historial de olvidar muy rápidamente los compromisos a largo plazo una vez que su cortejo total de un pequeño basal ha dado el resultado deseado. Sólo hay que preguntar al pueblo de Afganistán.
Cabo Verde se enfrenta a un futuro extremadamente incierto. No hay ninguna certeza de que las promesas que se hicieron en el momento álgido del cortejo de Cabo Verde por parte de Estados Unidos se vayan a cumplir.
Sólo podemos desear a la gente decente y trabajadora de Cabo Verde la mejor de las suertes, porque Dios sabe que la van a necesitar.
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