En la vía principal al sector de Mesuca, en Petare, municipio Sucre, desde hace un año se puede observar un pintoresco kiosco, lleno de papagayos de diferentes tamaños y colores, que llama la atención de los niños y adultos.
La Casa del Papagayo se puede leer en un cartel, con el cual se distingue los productos que allí se ofrecen, para la sana diversión de los compradores.
Andrés Ibarra es un petareño de 35 años de edad, dueño del local, que nos cuenta cómo surgió la próspera idea de vender papagayos.
“Soy vecino de la zona, tenía mis locales en donde ofrecía alimentos, refrescos, aceites para carros, entre otros productos, pero desde hace un año, en esta misma calle, se multiplicaron los puestos de venta, pues la gente, en medio de la pandemia causada por el covid-19, buscó distintas maneras de ganar dinero extra”, dijo Ibarra.
Señala que las ventas del negocio mermaron, sabía que tenía que hacer algún cambio para mejorar su economía, pero no sabía cómo empezar.
“Pues la idea me la dio Santiago Godoy, uno de mis vecinos de 11 años de edad, quien me propuso vender veradas, para la fabricación de papagayos, juego tradicional muy popular en todo Petare, en donde siempre tenemos muy buena brisa para elevar las cometas”, dijo Ibarra.
La venta de las veredas era muy buena, pero al local también llegaron otros jovencitos, entre ellos Kenny Reyes y Uriel Hernández de 12 y 15 años de edad, que le llevaron a Andrés la propuesta de fabricar papagayos para la venta, de distintos tamaños y colores.
Dicen los jóvenes diseñadores que diariamente pueden crear unos 30 papagayos, que comercializan a precios populares a los clientes de todas las edades.
Señalan que en las zonas altas de Petare, como los barrios El Cerrito, El Carmen y El Morro, todos los días a partir de las tres de la tarde y hasta bien entrada la noche, niños, jóvenes y adultos salen de sus casas a divertirse elevando sus papagayos.
Aseguran que, durante los fines de semana, se multiplican las personas que practican este tradicional juego, muy popular en todo Petare y otras zonas aledañas del municipio Sucre.
Guillerbert Herrare es uno de los clientes fijos de La Casa del Papagayo, en la cual, asegura, diseñan tantos modelos que provoca comprarlos todos.
Andrés Ibarra confiesa que nunca se imaginó que la elaboración de papagayos se convertiría en su emprendimiento, que más allá del tema económico, contribuye a desarrollar los procesos de convivencia y la sana diversión entre los niños y jóvenes de su comunidad.
“En tiempos de pandemia volar papagayos se convirtió en una actividad predilecta de los niños, para no estar encerrados todo el día en casa; me siento satisfecho de haber colaborado en su diversión”, dijo Ibarra.
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