Gabarra o la punta de iceberg
EL NACIONAL | El Nacional
Apenas 50 subversivos hicieron falta para que el Ejército de Liberación Nacional se apoderara del pueblo La Gabarra en el estado Apure. No dispararon ni una bala, lo que significa que no tuvieron nadie que les hiciera frente, ni los guerrilleros enemigos ni mucho menos las fuerzas armadas de Vladimir Padrino, ministro de Defensa de Nicolás Maduro.
Esto apenas es un pueblo, pero las informaciones dicen que cerca de 300 hombres del ELN avanzan reclamando bajo su control territorio venezolano que antes estaba en manos de las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. De más está decir, porque es cuento sabido, que esta última organización es la que cuenta con el apoyo del gobierno chavista desde que el comandante eterno estaba vivo.
Entonces, la guerra de subversivos se ha trasladado de Colombia a Venezuela. La diferencia es que de aquel lado del Arauca se enfrentan con un ejército legítimo y de este lado se enfrentan entre ellos. Lo cierto es que esa pelea no tiene nada que ver con nuestro país. Es importada.
Lo de La Gabarra es la punta del iceberg porque es apenas un pueblo que ahora está sometido al ELN, pero lo que hay debajo, o detrás, como quiera verse, es un enfrentamiento por negocios ilegales. La pelea de los elenos o de la Nueva Marquetalia no tiene que ver con los ideales políticos que hace más de 30 años enunciaron como excusa para someter al país vecino a la peor de las violencias en Latinoamérica.
Así que de lo que se trata es del reparto de zonas por las que se trafica de todo. Sin embargo, hay que recordar que la presencia libre y sin trabas de estos subversivos no es gratis ni casual, fue permitida y promovida por Hugo Chávez, hasta tal punto de que ya los militares venezolanos saben que a ellos ni con el pétalo de una rosa.
Lo segundo que hizo el gobierno chavista en estos 20 años fue darles participación libre en cuanto negocio pasaba por las fronteras, desde narcotráfico hasta contrabando de cualquier cosa, lo que incluye la explotación de la minería ilegal y hasta la trata de personas y el secuestro. Todo para facilitarles el financiamiento de sus actividades y asegurarse su lealtad. Nunca tuvieron miedo de decir que defenderían al chavismo con todas sus armas.
En consecuencia, la responsabilidad de esta guerra que pone en jaque a los pobres habitantes de ambos lados de la frontera es total y completamente de Chávez y Maduro. ¿Quién recoge ahora el agua derramada?