El 9 de febrero de 1952 se fundaron a la par las “ciudades gemelas” de Puerto Ordaz y Ciudad Piar, creadas -en principio- para albergar a los trabajadores de la extractora de mineral de hierro Orinoco Mining Company, posteriormente CVG Ferrominera Orinoco.
En Ciudad Piar se encuentra una de las reservas más importantes de mineral de hierro a nivel mundial, en los cerros San Isidro y Bolívar. Esta provisión ferrosa, que hizo que la localidad recibiera trabajadores de todo el país y Norteamérica durante la década de los años 50, ha posicionado a Venezuela como una de las más reconocidas productoras de hierro.
La localidad, que debe su nombre al prócer Manuel Carlos Piar, fue escenario de acontecimientos importantes para la nación como el primer despacho de mineral de hierro trasladado en vía férrea en el país, en enero de 1954; y la proclamación de la nacionalización del hierro anunciada por el entonces presidente Carlos Andrés Pérez el 1 de enero de 1975.
Por muchos años sus habitantes vivieron en óptimas condiciones, con escuelas que impartían educación de calidad, una clínica, un comisariato, clubes para su esparcimiento y con instituciones que velaban por su calidad de vida en todos los aspectos “porque hasta nos cortaban la grama y nos cambiaban los bombillos”, afirman.
Hoy, a siete décadas de su fundación, solo quedan recuerdos de estos años dorados. La localidad pasó de ser una taza de oro a un pueblo abandonado, por lo que los piarenses recuerdan el pasado con nostalgia. “Éramos felices y no lo sabíamos”, dicen. En la actualidad los servicios básicos en Ciudad Piar están colapsados.
Gilberto Villarroel, exalcalde del municipio Raúl Leoni -ahora Bolivariano de Angostura-, en los periodos 2000-2004 y 2004-2008, informó a Correo del Caroní que el tratamiento de agua en la localidad carece de los químicos necesarios para su potabilización y, en algunas oportunidades, llega agua cruda a las tuberías. También se presenta colapso en las vías de drenaje de las aguas negras.
Ciudad Piar cuenta con tres mil habitantes aproximadamente, población que ha mermado por la diáspora. “De Ciudad Piar se han ido más de dos mil personas, compañeros nuestros, hijos, amigos y vecinos semanalmente se están yendo porque no hay empleos”, dijo.
El también médico, nacido y criado en Ciudad Piar, aseguró que los piarenses añoran que se reactive la economía y que Ferrominera vuelva a ser productiva y generadora de empleos y que empresas conexas a la estatal como la planta de concentración de mineral de hierro y la siderúrgica se activen nuevamente.
“Ciudad Piar era tan bonita en el pasado y aunque en el presente la vemos un poco deteriorada, tenemos ánimos, aquí está nuestra familia, nuestros nietos y estamos luchando por sobrevivir”, afirmó.
Personal en el olvido
Ferrominera Orinoco cerró 2017 con una producción de mineral de hierro por debajo de los siete millones, 30% menos comparado con los 20 o 22 millones de toneladas anuales que llegó a producir. A mediados de 2018 la producción de mineral apenas alcanzó 2,7 millones de toneladas, afirmó Damián Prat, en un artículo publicado en TalCual.
Aunque no se conocen las cifras de producción más recientes, es evidente la desmejora de la calidad de vida de sus empleados, a quienes desde 2018 con la firma del memorando 2792 se les eliminaron los beneficios establecidos en los contratos colectivos, al igual que a los de otras empresas básicas de Guayana.
A esta crisis se le sumó la pandemia, que generó planes de contingencia en las estatales y obligó a cientos de trabajadores de Ciudad Piar y Puerto Ordaz a permanecer en sus casas. Dos años después siguen sin ingresar a las plantas, sobreviviendo con un mísero salario.
30% de los ferromineros en Ciudad Piar están de cuarentena desde el 18 de marzo de 2020, informó un empleado con más de 30 años de servicio en el departamento de Mantenimiento de Vías. “Ya van a ser dos años y no nos han llamado siquiera para hacernos un chequeo médico ni nada”, dijo.
Explicó que cobran alrededor de 120 bolívares quincenales, equivalentes a 53 dólares mensuales, a tasa del Banco Central de Venezuela. Entretanto, la canasta básica de enero tiene un costo de 365 dólares, según el Observatorio Venezolano de Finanzas.
“Sí tenemos futuro”
Noreli de Villarroel, docente jubilada y habitante de Ciudad Piar, expresa que antes la educación era prioridad de los entes que operaban en la zona, quienes a menudo organizaban actividades culturales para afianzar los valores, tradiciones y la historia local.
“Pese a que no había la tecnología que hay ahorita funcionaba todo mejor, se veía el entusiasmo y la dedicación de los maestros a la hora de trabajar. Antes no se seguía el patrón que ahora se quiere imponer de pasar clases para seguir una corriente política”, afirmó.
Sin embargo, la educadora con 15 años jubilada y 50 años viviendo en Ciudad Piar, considera que aún hay futuro en la localidad, siempre y cuando se centren en impartir educación de calidad y mejoren las condiciones de vida.
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