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Ni frenado ni en contradirección: qué está pasando de verdad con el núcleo de la Tierra

Ni frenado ni en contradirección: qué está pasando de verdad con el núcleo de la Tierra

Es probable que no hayas dejado de leer estos días que el núcleo de la Tierra se ha frenado, algo que afectará a las mareas y la duración de los días. En efecto, no es exactamente así. Esto es todo lo que tienes que saber

Foto: (Universidad de Pekín)
(Universidad de Pekín)

Hasta Pedro Sánchez, tan elocuente hablando en inglés de cuestiones económicas espinosas en Davos ante líderes internacionales, se ha hecho un lío en el Congreso metiéndose en un jardín del que no podía salir: "Hemos tenido que responder a situaciones y emergencias insólitas en estos años. Ayer mismo la ciencia nos dijo que el núcleo de la Tierra... Bueno, en fin, me voy a quedar ahí”. Al parecer nadie sabe explicar un artículo de Nature Geoscience que revolucionó las redes sociales, los medios de comunicación y las conversaciones el pasado lunes. Eso sí, a algunos políticos y periodistas les viene bien para ampliar la lista de catástrofes que asolan nuestro tiempo.

 

¿Qué dice esa llamativa investigación? El núcleo de la Tierra, que supuestamente giraba más rápido que el resto del planeta, se habría ralentizado en torno a 2009, según las conclusiones de Yi Yang y Xiaodong Song, investigadores del Instituto de Geofísica Teórica y Aplicada de la Universidad de Pekín (China). Ese frenazo es relativo, ya que si lo pudiéramos ver desde fuera, seguiría girando casi al mismo ritmo que el resto del planeta. Sin embargo, si ahora su velocidad es más lenta que la de la corteza, con respecto a nosotros, que estamos en ella, es como si hubiera comenzado a girar en dirección opuesta.

 

La dificultad para explicar este fenómeno o la necesidad de simplificar a la hora de contarlo ha llevado a cierta confusión, con titulares que afirman que el núcleo se ha parado o ha empezado a girar al revés, así de repente. Para colmo, las consecuencias que tiene este fenómeno han contribuido al lío, ya que el núcleo interno está relacionado con el campo magnético terrestre e influye en la velocidad de rotación de todo el planeta. Esto significa que la duración de los días podría cambiar, en concreto, acortándose. Sin embargo, esas variaciones son inapreciables (milésimas de segundo) y no son nuevas. En definitiva, no tiene consecuencias para nosotros. De todas formas, vamos a analizarlo en detalle.

Lo que sabíamos

El núcleo es la capa más profunda de la Tierra y se divide en dos partes. La más externa está a entre 2.900 y 5.100 kilómetros de la superficie y está compuesta en su mayor parte por hierro fundido, es decir, líquido. La más interna (como si fuera el hueso de un melocotón) es una esfera situada justo en el centro del planeta, con unos 1.200 kilómetros de radio, y es de hierro sólido. Por eso, ese núcleo interno gira a su propio ritmo, de forma independiente del resto del planeta. ¿Cómo sabemos todo esto si apenas hemos podido perforar unos kilómetros en la superficie? Gracias al estudio de la propagación de las ondas sísmicas desde hace casi un siglo.

 

En 1996 un grupo de investigadores analizó terremotos históricos y llegó a una conclusión muy llamativa. Al estudiar ondas sísmicas detectadas por una estación de monitoreo a miles de kilómetros de una zona en la que se producían terremotos, llegaron a la conclusión de que algo estaba cambiando. Desde la década de 1960 el tiempo de viaje de esas señales se había modificado y eso tenía que indicar que el núcleo interno giraba más rápido que el manto del planeta, una capa más superficial que el núcleo externo.

placeholder(Universidad de Pekín)
(Universidad de Pekín)

Una investigación posterior estimó que ese mayor giro del núcleo interno era de una décima de grado con respecto al manto. Por el contrario, otros científicos argumentaron que ese fenómeno no existe y que las diferencias en los tiempos de viaje de los terremotos son causadas por cambios físicos en la superficie del núcleo interno. Más tarde, otros expertos se fijaron en otro tipo de ondas sísmicas, las generadas por explosiones de pruebas nuclearesllegando a la conclusión de que el núcleo había rotado más lentamente que el manto y que fue después de 1971 cuando se aceleró.

Qué aporta el nuevo trabajo

Ahora, esta nueva investigación aporta datos de terremotos registrados entre 1995 y 2021 en las islas Sandwich del Sur (al sur del Atlántico), estudiando cómo se percibía esa señal en la otra punta del mundo, en Alaska (EEUU). Los científicos chinos llegan a la conclusión de que el núcleo ha detenido su giro en relación al manto. Es decir, que desde 2009 ya no va más deprisa y que incluso podría estar haciéndolo más despacio. Además, teniendo en cuenta que en la década de 1970 habría ocurrido algo parecido, llegan a la conclusión de que forma parte de un ciclo que se repite cada 70 años. Además, añaden que sus datos coinciden y explican los cambios que se registran en el campo magnético terrestre y la duración del día. Esto vendría a resolver el debate a favor de los que creen que, en efecto, la velocidad del giro del núcleo interno varía frente a los que piensan que los cambios en las ondas sísmicas se deben a cambios físicos en su superficie.

 

Sin embargo, la cosa no está tan clara, ya que los datos de Yang y Song no son del todo compatibles con los cambios que se observan en la Tierra. Ellos mismos reconocen que el “registro continuo de datos sísmicos es fundamental para monitorear el movimiento del corazón del planeta”. Es decir, que habrá que esperar a acumular más datos de muchos más terremotos para afinar un poco más en las conclusiones. Llegar a resultados más claros puede llevar años.

placeholderSismógrafo.
Sismógrafo.

Mientras, los expertos se afanan por aclarar todo el embrollo. Desde el Instituto de Geociencias (CSIC-Universidad Complutense de Madrid) han explicado que ha ralentizado su velocidad y está "desacompasado" con la velocidad de giro del resto del planeta. Dicho de otra manera: es como si nosotros, en la corteza, nos estuviéramos adelantando al núcleo. Otra forma de verlo: “Si eliminásemos la rotación global que nosotros mismos experimentamos, veríamos cómo el núcleo gira en sentido contrario”, apunta en Twitter. Este efecto se debe únicamente al sistema de referencia, no quiere decir que vaya al revés que el resto del planeta, como se cuenta en algunos sitios.

¿Te debes preocupar?

¿Va a provocar todo esto alguna catástrofe que tenga que sumar Pedro Sánchez a su heroica legislatura? La respuesta es simple y contundente: no. Todos estos fenómenos son muy lentos, inapreciables e insignificantes a escala humana y, si los científicos chinos están en lo cierto, se habrían repetido periódicamente sin mayores consecuencias. Sin embargo, estudiarlos nos sirve para comprender el origen y la evolución de la Tierra y, tal vez, para relacionarlos con otras cosas que sí ocurren en la superficie.

Foto: Mayotte, entre África y Madagascar, desde donde habrían partido las misteriosas ondas (Google Maps)

¿Y qué pasa con respecto a la duración de los días? Ya en el pasado, la Tierra giraba más rápido y, por lo tanto, los días eran más cortos y los años duraban más de 365. De hecho, en el Mesozoico (entre hace 251 millones y 66 millones de años), los dinosaurios tenían menos tiempo al día que nosotros: 23 horas. Sin embargo, la diferencia se atribuye al alejamiento de la Luna con respecto a la Tierra y, según esta investigación, la rotación del núcleo interno también puede influir. Algo parecido ocurre con las mareas, tanto la Luna como el núcleo interno del planeta pueden influir en ellas.

 

¿Qué necesitamos ahora? Más investigación. “Lo que sí podemos concluir”, afirma el IGEO, es “que el núcleo es más complejo de lo que pensábamos, posiblemente mucho más heterogéneo y tal vez tenga mayor influencia en superficie (además del campo geomagnético) de lo que se pensaba”. El sismólogo de la Universidad del Sur de California en Los Ángeles John Vidale, que ha liderado las investigaciones de las ondas sísmicas de las pruebas nucleares, lo expresaba muy bien en declaraciones a Nature: “Sigo pensando que estamos a punto de resolver esto, pero no estoy seguro”.

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