
Las zonas que componen el barrio más grande de Petare, José Félix Ribas, al este de Caracas, dejaron de ser controladas por Wuileisys Alexander Acevedo Monasterio, quien murió en un presunto enfrentamiento con funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) el 22 de enero, lo que puso fin a un control territorial de aproximadamente ocho años.
Wilexis, como mejor se le conocía a este delincuente, fue el cabecilla de una organización criminal que, según investigaciones realizadas por Efecto Cocuyo y datos del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), estaba integrada por entre 150 y 200 hombres armados, cuyo núcleo central era de aproximadamente 50 hombres.
Para llegar a casi 200 hombres armados, Wilexis estratégicamente se alió durante años con minibandas que operaban entre las zonas 1 y 8 del barrio José Félix Ribas, y otros barrios adyacentes de Petare. Estas pequeñas bandas sumaban entre 10 y 20 integrantes y su armamento incluía pistolas 9mm, rifles AK-47 y AR-15, así como granadas y municiones; todo este armamento de guerra le permitió a Wilexis tener el control de un basto territorio.
Wilexis era temido por las bandas rivales y por la comunidad, que fue testigo de múltiples tiroteos y un incremento de la violencia en uno de los barrios más desiguales del país. Pero, las actividades delictivas de Acevedo no se limitaban al control territorial; también estaban ligados a otros delitos como la extorsión, el secuestro, el robo y el microtráfico de drogas.
Durante el poderío criminal de Wilexis los habitantes de José Félix Ribas vieron cómo impuso un orden propio. El pran aplicaba toques de queda y regulaciones que afectaban la vida diaria de más de 120 mil petareños, y que iban desde el cierre de negocios hasta la interrupción del transporte público.
Además de formar parte de la lista de los hombres más buscados de Venezuela, Wilexis ─quien tenía 36 años de edad─ intentó cultivar una imagen de líder comunitario, resolviendo disputas locales y castigando a quienes violaban sus reglas.
Qué viene después de la muerte de Wilexis
La muerte de Wilexis dejó en incertidumbre a más de un residente de José Félix Ribas.
José Colmenares*, un vecino de la Zona 8 del barrio, quien prefirió usar un seudónimo para dar esta entrevista por temor a su seguridad, dijo que muchos están en incertidumbre por lo ocurrido y esperan que la violencia en esa zona popular se acabe de una vez por toda.
“Lo que se ha visto es incertidumbre por saber si eso pudiera de alguna forma mejorar la calidad de vida de la comunidad o al contrario, por ejemplo, que en la zona se vean índices de robos y asaltos. Al final no sabes qué es lo mejor”, contó el vecino a Efecto Cocuyo durante una entrevista telefónica.
El abogado y profesor de criminología de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Luis Izquiel, también refiere la incertidumbre sobre el destino de los habitantes del barrio José Félix Ribas, porque aún es muy temprano para analizar si con la muerte del cabecilla delictivo llegará la paz a esta barriada.
“Todo dependerá del destino del resto de los miembros de la banda”, aseguró.
Traspaso de poder criminal
No sólo la megabanda de Wilexis estuvo en el centro de la violencia armada en José Félix Ribas, sus mayores rivales y con quienes constantemente tenía una disputa por los territorios para operaciones delictivas eran «Los Chicorrios», de quienes se conoce poco por su actuación sigilosa, pero igual de letal que la de sus contrarios.
De lo poco que se conoce de esta banda, que también opera en José Félix Ribas, se sabe que se financia gracias a las ganancias que les dejan las actividades ilegales como el microtráfico de drogas, extorsión y secuestro.
«Los Chicorrios» también se han convertido en una amenaza constante para los vecinos, quienes temen que estos delincuentes se alcen con el control de la zona, aprovechando que las fuerzas de seguridad asesinaron a Wilexis.
Copiando el mismo estilo de sus rivales, «Los Chicorrios» han protagonizado enfrentamientos armados que han dejado muertos y heridos, además de toques de queda no oficiales.
“Hasta ahora no se han presentado enfrentamientos grandes o evidentes por el control de José Félix Ribas. Pero todo dependerá de si la banda de Wilexis continúa operando con otro delincuente de esa agrupación que suba como líder o si por el contrario dejan de operar y se produce un vacío”, sostiene Izquiel.
Para el experto en criminología, una de las bandas delictivas que pudiera operar con más fuerza tras la caída de Wilexis, serían «Los Chicorrios «. “Quizás esta banda sea una de las favoritas para ocupar o disputar un posible vacío que deje la banda de Wilexis”, indicó.
El vecino entrevistado señala que si los agentes de seguridad no van tras los criminales que componen la banda de «Los Chicorrios», estos pudieran apoderarse de las zonas que anteriormente eran dominadas por Wilexis.
“Ellos (Los Chicorrios) siempre se enfrentaban con ese señor (Wilexis). Desde hace mucho tiempo existía la confrontación por el dominio de la zona, entonces seguramente esa banda querrá tomar el control”, dijo.
Experiencia Cota 905
Después de la muerte de Carlos Luis Revete, alias «El Koki», quien tenía el control criminal de la Cota 905, un sector ubicado al oeste de Caracas, junto a Carlos Alfredo Calderón Martínez, conocido como «El Vampi» y Garbis Ochoa Ruiz, conocido como «El Galvis», aún solicitados por los cuerpos de seguridad, en la Cota 905 se han experimentado cambios significativos, después de estar sumida en una ola constante de violencia.
Al igual que en José Félix Ribas, en la Cota 905, el tráfico de drogas, los robos, secuestros, extorsiones y homicidios eran el pan de cada día. En esta zona era imposible la operatividad policial y poco a poco el Estado había perdido un territorio dentro de la capital venezolana.
Hoy en día, testimonios recogidos por medios de comunicación señalan que dentro de esa zona popular hay una mezcla de alivio y precaución, ya que la caída de «El Koki» efectivamente redujo la presencia visible de las megabandas organizadas, pero el tema de la seguridad sigue siendo delicado.
Tras la recuperación del territorio por parte del Estado, vecinos señalan una disminución de los enfrentamientos armados y ya no hay controles ilegales en las calles que eran impuestos por esta megabanda para evitar el tránsito de efectivos de seguridad.
En la Cota 905, ahora las incursiones policiales son comunes y los operativos de seguridad se mantienen en la zona para que no vuelvan estas bandas a tomar el poder delictivo.
A pesar de reducir el delito, muchos de los habitantes de este sector caraqueño también temen por las arbitrariedades cometidas por la policía, que aunque su presencia en el lugar es estrictamente necesaria, también genera rechazo por la corrupción y los abusos, que han sido documentado desde que la megabanda estaba operativa, como lo fueron las Operaciones de Liberación al Pueblo (OLP) que dejaron decenas de denuncias de ejecuciones extrajudiciales.
Ante este panorama, Izquiel señala que efectivamente los delitos en la Cota 905 disminuyeron sustancialmente, y esto principalmente se debe a la ocupación del territorio por parte de los organismos de seguridad.
El experto advierte que, tras los operativos realizado en José Félix Ribas para terminar con el poderío de Wilexis, no ha habido una ocupación completa por parte de los funcionarios de seguridad del Estado como ocurrió en la Cota 905, aunque deja claro que es más complejo realizar una toma completa de esos sectores por tratarse de una extensión territorial muy superior a la de la Cota 905.
Esto lo confirma Colmenares quien explicó que los operativos policiales después de la muerte de Wilexis, fueron realizado en las zonas bajas del barrio y que se ejecutaron hasta el pasado fin de semana de 1 y 2 de febrero,
¿Qué esperan los vecinos de José Felix Ribas?
Tras la muerte de alias Wilexis, vecinos como José Colmenares esperan un cambio importante en la calidad de vida de esta comunidad de Petare. «Como todos los venezolanos, lo que queremos es vivir sin miedo, sin miedo a ningún tipo de banda delincuencial», expresó.
Señala que la comunidad en general sueña con disfrutar de una paz que no esté constantemente amenazada por la criminalidad. Sin embargo, la esperanza de seguridad es oscura con la preocupación por los métodos empleados por las fuerzas de seguridad.
La comunidad teme que la nueva situación pueda ser peor que la enfermedad, ya que los operativos policiales han resultado en abusos de autoridad, robos de enseres a familias inocentes, e incluso ejecuciones extrajudiciales.
«El temor es a que esta nueva situación sea peor el remedio que la enfermedad», concluyó.
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